A través de un juego poético que enlaza frases como si fueran eslabones, Una, dos, tres, cuatro casas invita a explorar las relaciones humanas que se tejen bajo un techo y más allá de cuatro paredes.
Cada libro de la serie propone un relato circular, construido con la figura retórica de la anadiplosis: la repetición de una palabra al final de un verso y al inicio del siguiente. Esta estructura, sutil y constante, guía al lector a través del tiempo y la transformación.
Las casas permanecen en el mismo sitio. A veces, quienes las habitan cambian. Las historias recorren un siglo, una generación, una infancia, un solo día a través del mundo.