En un día de invierno, un niño desenreda sus pensamientos desde la cama donde guarda reposo por un resfriado. Su papá le dejó una taza de té con miel y limón. Mientras el niño la bebe, aparecen preguntas en su mente: “¿A dónde va el té después de beberlo? ¿Está en mi estómago? Y si estoy pensando sobre él, ¿estará en mis pensamientos?” Así es, este niño curioso se hace preguntas que adquieren una dimensión filosófica. Después de terminarse el té, se pregunta de qué está hecho y descubre la larga cadena que hace posible que ese té estuviera en su casa. Tras una vertiginosa cadena de reflexiones, el protagonista llega a una conclusión conmovedora.