Para leer este libro se requiere mucho valor. Pasar cada una de sus páginas es total responsabilidad del lector. Y es que en él vive un monstruo de ojos muy grandes que se come todo lo que se atraviesa a su paso: manzanas, vacas, árboles y hasta nubes. Hay que tener cuidado para no llamar su atención. Aunque quizá esto sea inevitable…
Un divertido relato que, de una manera sumamente ingeniosa, abre la interacción con el lector, estableciendo un diálogo frontal con el protagonista. Su estructura circular fomenta la relectura, lo cual hará que se convierta en uno de los grandes favoritos de los más pequeños.