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La lengua materna

Alejandra Quiroz Hernández – 21 de febrero de 2018

Desde antes de nacer, te atraviesa una lengua que te hace parte del mundo. Independientemente de tu origen, una lengua te acaricia con la carga de la memoria. Cuando naces, llegas a participar el mundo con un idioma que nunca dejará de arroparte.

El Día Internacional de la Lengua Materna es un esfuerzo reciente por reconocer la importancia que cada lengua tiene en el mundo que comparitmos. Surge, como suele suceder, tras un triste acontecimiento: el 21 de febrero de 1952, la comunidad de hablante de bengalí se manifestaba por el reconocimiento de su lengua en Bangladés pero fueron atacados por la policía y el ejército pakistaní que ocupaba el territorio en ese entonces. De tal modo que la fecha fue decretada como la indicada para recordar ese momento histórico y así elevarlo a la posteridad.

En 1999, la Conferencia General de la UNESCO emitió la Resolución 61/266 en la que proclama la celebración del Día Internacional de la Lengua Materna el 21 de febrero, además de una serie de recomendaciones a los Estados miembros para preservar y reconocer las lenguas que se hablan en sus regiones. El reconocimiento puede parecer demorado, pero bien se dice que más vale tarde que nunca. Fue en el año 2000 que se celebró por primera vez.

Ilustración obtenida de este enlace. Créditos a quien corresponda.

De esta manera, se promueve el multilingüismo como una realidad de la civilización. El mundo entero está habitado por las expresiones más variadas del acontecer cotidiano. Cada país tiene una variedad particular de idiomas dentro de su propio territorio, a menudo poco reconocidos, defendidos y hablados. Hoy día asistimos a un momento decisivo para entender que la diversidad lingüística nos enriquece porque amplía nuestra mirada, nos da la oportunidad de conocer otras visiones del mundo, permite entender qué es lo que cada comunidad valora en sus propias palabras.

Considera la feliz ocasión de conocer a alguien que habla un idioma distinto al nuestro. De inmediato causa curiosidad saber de qué manera se dice alguna palabra importante para ti. Siendo francos, a menudo se prefiere romper el hielo preguntando por una maldición o grosería común en el idioma de nuestro interlocutor. No demoramos en merodear entre palabras, descifrar fonéticas y apropiarse de expresiones ajenas. Entusiasma encontrar la similitud entre idiomas que parecen sumamente distintos. Descubrir la etimología de una palabra es similar a hallar un tesoro arqueológico. A través de indagaciones esparcimos las palabras del mundo para que florezcan las relaciones humanas.

Ahora recurramos a la orfandad de no entender lo que se manifiesta a nuestro alrededor. De no poder participar en el mundo porque nuestro lenguaje es radicalmente distinto a la comunidad a la que hemos llegado. Sin ponernos catastróficos, hay ocasiones en que no entender lo que otros hablan se vuelve un estado de indefensión insoportable. Tristemente, esto es algo que mucha gente vive sin siquiera haber salido de su propio país. Pensemos en todos los años en que las lenguas indígenas de México fueron denostadas por la supremacía del español. Incluso ahora damos batalla por recibir la lengua de señas como una lengua materna propia de nuestros países.

Si los idiomas no nos apasionaran, poco importaría qué tantas palabras intraducibles hay en el mundo. Se trata de algo tan fascinante que mucha gente se dedica a reunir este tipo de palabras para descubrir otras percepciones de la realidad. Un hermoso ejemplo de esto es el libro Lost in translation. Un compendio ilustrado de palabras intraducibles de todas partes del mundo, de Ella Frances Sanders, editado en español por Libros del Zorro Rojo (2017). Este proyecto es uno de tantos esfuerzos por reunir palabras que representan un aspecto significativo de la vida humana para determinados idiomas. Es sorprendente que, aunque no haya una palabra específica en todos las lenguas del mundo, se trate a menudo de un aspecto de la vida que podemos reconocer.

Ilustraciones de Ella Frances Sanders para Lost in translation. Un compendio ilustrado de palabras intraducibles de todas partes del mundo. (Libros del Zorro Rojo, 2017)

En términos editoriales, pensemos en lo exitoso que se vuelve un libro cuando ha sido traducido a más de una veintena de idiomas. Eso nos da la oportunidad de encontrarnos con otros lectores que han participado de una experiencia semejante, aunque no igual. Hay ocasiones en las que sentimos que la traducción no le hace justicia al texto y a veces nos hace desistir de la lectura. Sin embargo, es una victoria para la industria del libro que una historia pueda llegar a la mayor cantidad de lectores posibles para que la disfruten en su lengua materna.

Las editoriales, por ejemplo, hacemos el esfuerzo por buscar historias de nuestros lugares de origen pero también nos interesa acercar a los lectores a otras realidades. Es por eso que una buena parte del trabajo se va en la selección de historias increíbles de otros países y culturas. Tras dejarnos cautivar, emprendemos la ardua tarea de encontrar un traductor o traductora quienes, a su vez, se vuelcan sobre el texto para llevarlo lo más cercano posible al idioma que lo acogerá en un nuevo destino. Es así como podemos disfrutar de travesías que no podrían llegar de otra manera.

Celebrar la lengua materna implica el reconocimiento y la apreciación del idioma que cada uno de nosotros habla pero también el esfuerzo por conservarlas. Idiomas No se trata solamente de las lenguas de los pueblos indígenas, sino también del ladino o el yiddish que cada vez se habla menos entre su comunidad. La lengua materna nos da identidad pero también afianza la dignidad de las personas.